017. Nación caníbal
La trayectoria evolutiva del canibalismo en el ámbito criminal mexicano refleja una adaptación constante a los cambios sociales y políticos.
En el vasto panorama de las dinámicas sociopolíticas y criminales que definen a México, el canibalismo ha emergido como una práctica que va más allá de su significado literal. En la conferencia magistral El canibalismo hoy impartida en El Colegio de México por el antropólogo Claudio Lomnitz, se pone de relieve cómo las organizaciones criminales han empleado el canibalismo como una herramienta estratégica para socavar las fronteras entre lo ilícito y lo legal. Desde una perspectiva sociológica, este fenómeno revela una compleja dinámica de poder y legitimación que merece un análisis profundo y matizado.
La trayectoria evolutiva del canibalismo en el ámbito criminal mexicano refleja una adaptación constante a los cambios sociales y políticos. En su conferencia, Lomnitz, autor de múltiples trabajos, entre los que destaca El tejido social rasgado (Era, 2022), delineó cómo esta práctica ha atravesado diferentes etapas, desde su empleo en ritos narcosatánicos hasta su transformación en un acto ostentoso de guerra y finalmente su uso como herramienta de construcción de complicidad social.
En sus primeras manifestaciones, el canibalismo se manifestó a través de rituales narcosatánicos que incluían la ingesta de pócimas elaboradas con ingredientes humanos. Estos rituales operaban como una forma de consolidar la lealtad entre los miembros de la organización criminal, estableciendo pactos de silencio y relaciones de profunda camaradería. Asimismo, estos rituales, revestidos de secretismo y protección metafísica, encapsulaban la potente noción de invisibilidad que el grupo podía obtener al mantener tales prácticas en la oscuridad.
Esta práctica ha atravesado diferentes etapas, desde su empleo en ritos narcosatánicos hasta su transformación en un acto ostentoso de guerra y finalmente su uso como herramienta de construcción de complicidad social.
Con el cambio de milenio y el inicio de la guerra contra el narcotráfico en 2006, así como los actos violentos recientes en Lagos de Moreno, Jalisco, que sacudieron al país en la semana pasada, el canibalismo tomó una dirección diferente. Ya no se requerían rituales esotéricos ni actos secretos. La extracción de órganos humanos, especialmente el corazón, se convirtió en un gesto que reflejaba la sumisión a la organización y una prueba ineludible de lealtad. La figura del líder carismático asumió un papel central en la ejecución de estas prácticas, marcando un cambio en la dinámica interna de los grupos criminales.
La tercera fase del canibalismo se caracterizó por su transformación en una táctica ostentosa de guerra. Sin ocultarse en las sombras, este acto terrorista se volvió un medio para aterrorizar y amedrentar a los rivales y a la sociedad en general. Terrorismo vil y llano. La falta de un ente regulador en el ámbito ilícito creó el terreno propicio para la adopción de esta estrategia, reforzando la idea de que el canibalismo ya no era una práctica secreta, sino un arma de confrontación pública.
Sin embargo, la evolución más intrigante y compleja se manifiesta en la última fase del canibalismo. Aquí, el canibalismo ya no se trata de separar al grupo criminal del resto de la sociedad, sino de borrar esa línea divisoria. Esta fase, visible en eventos públicos donde se sirven platos elaborados con carne humana, persigue no solo la tolerancia social, sino también la afirmación del poder y la soberanía del crimen organizado por encima de la normatividad.
La notable transformación del canibalismo en una práctica de construcción de complicidad plantea interrogantes profundas sobre la relación entre el crimen organizado y la sociedad en México. ¿Cómo es que un acto que alguna vez representó la sumisión y fidelidad ciega a la organización se ha convertido en una herramienta para cimentar lazos con la sociedad en general? Esta pregunta nos lleva al corazón de la compleja relación entre estos grupos y su entorno.
La dinámica social que subyace en esta transformación es rica en matices. A través de este acto simbólico, los líderes de las organizaciones criminales están borrando las fronteras entre lo que es aceptable y lo que no lo es. Al introducir el canibalismo en eventos públicos, los líderes envían un mensaje claro: el crimen organizado no sólo existe en los márgenes, sino que se integra en la vida cotidiana. Esta táctica subraya la paradoja intrínseca en las aspiraciones de estas organizaciones, que buscan separarse radicalmente de la sociedad mientras anhelan ser reconocidas y legitimadas por ella.
En última instancia, el canibalismo en el contexto del crimen organizado en México ilustra cómo las prácticas criminales evolucionan en respuesta a las dinámicas sociopolíticas cambiantes. El análisis sociocultural de esta fenomenología resalta la manera en que estas organizaciones se adaptan y manipulan símbolos para consolidar su poder y redefinir sus relaciones con la sociedad. En un país donde la violencia y el crimen son a menudo parte del paisaje, el canibalismo emerge como un poderoso símbolo de las complejidades y contradicciones de la interacción entre el crimen organizado y la sociedad.
La conferencia titulada El canibalismo hoy, como parte del ciclo “Nuevo estado, nuevas soberanías”, impartida por Claudio Lomnitz en mayo del 2022, está disponible en el perfil de YouTube de El Colegio Nacional.