039. Melancolía de la resistencia, una exploración del caos y la humanidad
Krasznahorkai construye una atmósfera que es al mismo tiempo tragicómica y melancólica, presentando un mundo sombrío y totalitario.
El pasado marzo, el reconocido escritor húngaro László Krasznahorkai (Gyula, 5 de enero de 1954) recibió el prestigioso premio Formentor de las Letras 2024. Este honor lo coloca en una lista de ilustres literatos como Pascal Quignard, Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, y Annie Ernaux. El jurado describió su obra como un reflejo de la “abrupta cartografía de la sinuosa peregrinación humana y de los secretos murmullos de una ensimismada premonición”, según se asienta en el acta del jurado[1]. En este contexto, resulta oportuno revisitar una de sus novelas más destacadas, Melancolía de la resistencia (Acantilado, 2001), un texto que en poco más de 400 páginas representa un desafío literario que invita a la reflexión profunda.
Krasznahorkai construye una atmósfera que es al mismo tiempo tragicómica y melancólica, presentando un mundo sombrío y totalitario. En este universo dominado por fuerzas ciegas e impersonales, la inteligencia se ve anulada por la violencia bruta, y el caos parece inevitable. Los personajes, atrapados entre el conformismo y la insignificancia, se esfuerzan en vano por crear un orden nuevo, menos cruel y menos gris. La violencia estalla, pero no logra alcanzar el estatus de una verdadera revolución, quizás el de una revuelta. La vida en esta anónima ciudad húngara sigue su curso en un clima de terror y amarga ironía, mientras Krasznahorkai desvela, con maestría, el humor negro que subyace en medio de la violencia.
La novela arranca en un pequeño pueblo húngaro durante un invierno gélido y sombrío. Valuska, un joven soñador con una inclinación por las estrellas, se destaca como uno de los personajes principales. Su existencia tranquila y rutinaria se ve interrumpida con la llegada de un circo misterioso que trae consigo el cadáver descomunal de una ballena y una promesa de espectáculo que despierta gran expectación entre los habitantes. La presencia del circo y la ballena se convierten en símbolos de un desorden creciente que empieza a invadir el pueblo: «Porque, ¿un circo? ¿Aquí? ¿Cuándo nadie sabe si no se va a hundir la tierra mañana mismo? ¿Dejar entrar este incubo tirado por una bestia maloliente? ¿Cuándo la ciudad es toda ella una continua amenaza? ¿Quién tiene ganas de divertirse en medio de este caos? ¿Qué broma de mal gusto es esta? ¡Qué idea más inconceebible y cruel! ¿No será que… de eso se trata, precisamente, de que… todo ya da igual?».
Krasznahorkai maneja estos símbolos con habilidad, permitiendo que el lector interprete la llegada del circo como una metáfora del caos y la disolución del orden social. La señora Eszter, una mujer de carácter fuerte y manipulador, ve en este evento una oportunidad para tomar el control del pueblo. Mientras tanto, su esposo, el compositor György Eszter, se obsesiona con la idea de retornar a un orden musical y social perdido. A medida que el caos aumenta, la comunidad comienza a fragmentarse y el orden social se desintegra. Los habitantes, atrapados entre el miedo y la fascinación, reaccionan de diversas maneras ante la creciente anarquía y violencia que el circo parece haber desencadenado.
Novela escrita sin párrafos, salvo hacia el desenlace, la complejidad de los personajes de Krasznahorkai es notable. Cada uno está meticulosamente construido desde su perfil psicológico, por encima del retrato físico, hasta su configuración moral y social. Esto permite al autor no solo contar una historia, sino también realizar un ejercicio ensayístico de tipo filosófico. Los monólogos y las intervenciones en los juicios son oportunidades para que Krasznahorkai explore postulados fundamentales sobre la justicia, la fraternidad, la existencia de Dios y la familia.
El clímax de la novela se alcanza cuando el desorden culmina en un violento motín, un «motín de la servidumbre», instigado en parte por las manipulaciones de la señora Eszter. La resistencia de los personajes ante el caos se muestra en su forma más melancólica: algunos luchan por mantener la cordura y el orden, mientras que otros se rinden al desasosiego. En medio de este pandemonio, Valuska se erige como una figura casi mística, manteniendo su inocencia y su visión poética del mundo a pesar de la devastación que lo rodea. Hacia el desenlace, Krasznahorkai opta por un denso discurso plagado de metáforas extraídas del campo de la medicina, enunciando enzimas proteolíticas, la catalización de las albúminas nutrientes mediante la separación de las combinaciones de péptidos, de los hidratos de carbono, las grasas, la sangre convertida en hematina ácida, entre otros.
En absoluto, Melancolía de la resistencia no ofrece soluciones claras, lo que puede resultar desconcertante para el lector. En lugar de proporcionar respuestas fáciles, Krasznahorkai deja a sus personajes y a su audiencia en un estado de melancólica reflexión sobre la resistencia y la inevitable caída en la anarquía. Esta falta de resolución refuerza el tono de la novela y subraya la complejidad de los temas que aborda.
La prosa de Krasznahorkai es densa y llena de matices, lo que puede hacer que la lectura sea un desafío, pero también una experiencia estético-literaria intensa y gratificante. Su estilo nos remite a los grandes maestros de la literatura del siglo XX; su habilidad para captar la esencia de la condición humana en medio del caos es inigualable. Cada frase, cada descripción, está cargada de significado: el lector atento encontrará en Melancolía de la resistencia una rica fuente de reflexión.
Melancolía de la resistencia de László Krasznahorkai es una obra maestra que desafía al lector a mirar más allá de la superficie y a explorar las profundidades de la condición humana. Su narrativa tragicómica y melancólica, su aguda observación de la sociedad y su hábil construcción de personajes hacen de esta novela una lectura indispensable para cualquiera que busque entender mejor el mundo y a sí mismo. Krasznahorkai ha creado un universo en el que la resistencia y la melancolía se entrelazan de manera inseparable, ofreciendo una visión inquietante y profundamente humana del caos y el orden, la violencia y la inteligencia, la esperanza y la desesperación. Esta obra, sin duda, confirma su lugar entre los grandes de la literatura contemporánea y justifica plenamente el reconocimiento que ha recibido con el premio Formentor de las Letras 2024.
[1] Disponible en: https://www.fundacionformentor.es/acta-jurado/