035. "Colores básicos" de Fernando Tamariz
El nuevo libro de Fernando Tamariz nos invita a adentrarnos en un fascinante universo donde lo real y lo fantástico se entrelazan de manera hipnótica.
Colores básicos (Gato Blanco, 2024), la más reciente antología de cuentos de Fernando Tamariz (Ánimas Trujano, Oaxaca, 1961), nos invita a adentrarnos en un fascinante universo donde lo real y lo fantástico se entrelazan de manera hipnótica. A través de una prosa magistral a la que ya nos tiene acostumbrados por su claridad y elocuencia, Tamariz nos introduce en narrativas que exploran temas que van desde la metamorfosis animal hasta las relaciones humanas marcadas por trágicas conclusiones.
En el relato “Veo gente viva”, que lúdicamente nos remite a una de las frases más populares del cine contemporáneo, «Veo gente muerte», enunciada por Cole Sear, el niño coprotagonista de El sexto sentido (1999) de Night M. Shyamalan. En el relato de Tamariz, escrito en monólogo interior, un personaje dialoga con Alejandro, lo ha convocado para contarle un asunto de mayor urgencia, una condición que el personaje considera un poder y, a la vez, una maldición que se manifiesta en forma de bruma. Para el lector avezado, el cruce intertextual cinematográfico literario resultará en una elocuente y amarga ironía.
Lo que destaca en esta obra es el despliegue imaginativo del autor, quien nos lleva de la mano a través de panoramas distópicos y encuentros con misteriosos humanoides de identidades coloridas. Cada relato es una nueva puerta que se abre a lo desconocido, desafiando nuestras percepciones y sumergiéndonos en un viaje emocionante hacia lo inexplorado.
En “Carrera” se despliegan con intensa prosodia una serie de metáforas y metonimias que intensifican la imagen de velocidad que establece el autor. Narrador breve por vocación, Tamariz despliega una hipérbole meticulosa que recuerda a la imagen del Aleph borgeano, pero en el terreno semántico de la velocidad. Un guiño intenso que linda lo mítico con la biónica.
“La impertinenca” es un relato que despliega con inteligencia elucubraciones de humor negro a través de la pareja conformada Elisa y Roberto, y Tanga y Kuntakinte, sus respectivos gatos. La realidad establecida en el relato se rompe de súbito por el estallido de la impertinencia, específicamente en el clímax, dicho esto de manera literal. “La impertinencia” resulta una sátira de la condición humana fraguada con la fuerza de una impertinente y sorprendente antropomorfización.
“El arpón y el capitán” nos relata la situación de un capitán frustrado, ante la imagen onírica de una ballena blanca. En un breve pero sublime ejercicio metatextual, con un guiño directo a la obra cumbre de Herman Melville, se condensan las estampas del capitán Ahab, Ismael y el arponero Queequeg a una versión de fracaso, en una ironía que juega con el tiempo de la historia y el tiempo de la narración: una epopeya de la obsesión.
“Deformación personal” es un cuento que se narra en tres planos: una escuela, un niño que está en clase y el plano de la historia que el niño nos cuenta. Alrededor de una frase, «Yo creo que la sangre es roja para hacer más dramáticas las cosas violentas, para que todos se den cuenta de que algo horrible está sucediendo», se moviliza una sutil ironía hilvanada con la profesión del padre del niño y la paradoja de la paternidad, de cuya imagen el hijo debería sentirse orgullo, ¿o no?
“Colores básicos”, el texto que da título al libro, es un paradigma narrativo que resulta en una grata sorpresa para el lector. A partir de los colores primarios, a través de un dispositivo narrativo-poético, el autor echa a navegar a tres personajes quienes a bordo de una balsa surcan el infinito tan blanco. El texto configura una imagen literaria analógica y simbólica, rica en posibilidades y matices.
En “La tercera oportunidad” se nos narra un hilarante intento de suicidio o, quizás, un amago de homicidio, y una tercera oportunidad que se asoma transfirgurada en una especie de milagro absurdo, cuando la cobardía del suicida se rinde ante el amargo encanto del matrimonio: él quiere escapar; ella sólo orinar, bajar a cenar y continuar con su embarazo.
En “El gargajo”, Tamariz utiliza de manera magistral la ralentización narrativa de la escena de un escupitajo, para tejer una descripción tan elocuente como escatológica. Es una historia con personajes cercanos que provocan nostalgia, que resuenan en las novelas de formación, y en una simple amistad que, no obstante, recala en un impostergable ajuste de cuentas para tratar de salvar algo de la honra perdida en la secu.
El cuento titulado “Cosas del instinto” narra las vicisitudes de Minu y Némesis a través de la perspectiva de su dueño. En realidad, en un nivel interpretativo, se aborda la cobardía de quien atestigua un abuso, cuya inacción anima la impunidad y abona a la soberbia del agresor quien se sabe intocable.
“Mascarada” nos relata las cuitas de un hombre de mediana edad que, en el contexto del confinamiento, intenta ligar a una mujer de ojazos verdes, ventanas enigmáticas que resguardan un enigma bajo el velo del polisémico cubrebocas, artilugio que hoy nos parece tan lejano, tan ajeno.
“Abrazos fraternales” nos presenta a dos mujeres: Ari, una mujer que siente que vive una vida prestada; y Ana, quien ejerce una especie de control sobre un ente que da intensos abrazos, de ahí el título, con la fuerza de un ofidio.
El volumen cierra con “A tiempo”, un divertimento narrativo a través del cual el autor pervierte la dimensionalidad del tiempo, al conferirle una distinta dimensión dentro del espacio narrativo, generando un retrato bello y mundano del mito del tiempo.
El acompañamiento visual de las ilustraciones de Leonardo Tamariz añade una capa adicional de profundidad a cada historia, invitándonos a contemplar y reflexionar sobre los mundos posibles que se despliegan ante nuestros ojos, en una película de saturación de colores.
Colores básicos es una obra que cautiva y sorprende, con una narrativa que atrapa desde la primera página y unas ilustraciones que enriquecen aún más la experiencia de lectura. Es un universo esperando ser descubierto por aquellos que se aventuren a adentrarse en sus páginas.